jueves, 16 de diciembre de 2010

El niño con el pijama de rayas

RESUMEN



La acción se narra desde el punto de vista de Bruno, el hijo de nueve años[2] de un militar de alto rango nazi. La familia de Bruno se ve obligada a abandonar Berlín cuando a su padre lo destinan para trabajar en el campo de exterminio de Auschwitz. La familia acepta el cambio con resignación. Desde la ventana de su nueva habitación Bruno divisa una verja tras la cual hay personas que siempre llevan puesto un "pijama a rayas"; en realidad se trata de judíos prisioneros. Explorando los alrededores de su nuevo hogar, Bruno conoce a través de la valla de seguridad del campo a un niño judío polaco llamado Shmuel, nombre que Bruno no ha oído antes pero que parece ser bastante común en ese sitio. Shmuel le cuenta la historia de su deportación y las terribles condiciones de la vida en el campo. Bruno entabla amistad con él y le visita a menudo, llevándole comida. Tras diversas peripecias, un día la madre de Bruno decide que el campo no es un lugar adecuado para vivir con su familia y toma la decisión de volver a Berlín.
FINAL
Antes de irse, Bruno visita a Shmuel para despedirse y este le cuenta entre sollozos que no encuentra a su padre, ante lo que Bruno le promete ayudarle a buscarlo. Entra en el campo excavando bajo la verja y se pone un uniforme de preso que le consigue su amigo. No consiguen encontrar al padre de Shmuel y llueve, por lo que Bruno quiere volver a casa. En lugar de eso, los guardias del campo les obligan a entrar junto a una muchedumbre en un lugar "cálido" y "seguro". La historia finaliza cuando los dos niños agarrados de la mano entran dentro de una cámara de gas y mueren con los demás presos judíos.
En el epílogo, el padre de Bruno descubre la ropa de su hijo junto a la alambrada e imagina lo sucedido. Meses más tarde, los aliados (aunque en la novela no se especifica quiénes son, Auschwitz fue liberado por el Ejército Rojo) se llevan a los soldados nazis y el padre de Bruno les sigue sin quejarse porque "ya no le importa nada lo que hagan con él".

 CRÍTICA



A FAVOR

Lo mejor que se puede decir de esta película es que es todo lo contrario de La vida es bella, de Roberto Benigni. Lo que allí era edulcorante superficialidad para despertar la lágrima fácil, aquí se convierte en un profundo y terrible horror. No el horror de los campos de exterminio nazis a los que el cine, desgraciadamente, nos ha acostumbrado, sino el horror de ver con unos ojos inocentes y limpios lo que esos campos eran en realidad. La valentía de esta historia es la de mostrar el contraplano. El cine nos ha enseñado muchas veces lo que pasaba en los campos de las alambradas hacia adentro, pero casi nunca lo que sucedía fuera. ¿Qué sentían las familias de los jefes nazis de los campos de exterminio? ¿Cómo soportaban vivir sabiendo lo que pasaba en ellos? ¿Puede un niño de ocho años entender qué es la Granja y que los granjeros vayan siempre vestidos con un pijama? Herman no pierde nunca el punto de vista de Bruno, el niño solitario que busca a alguien con quién jugar en ese mundo donde nada es lo que parece. Todo lo vivimos a través de él. Solamente al final la película deja a Bruno sumido en la oscuridad, y a los demás perdidos para siempre.

EN CONTRA
Aun negando la terrible sentencia de Theodor W. Adorno, según la cual después de Auschwitz ya no es posible la poesía, no cabe duda de que cuando se aborda la exterminación de los judíos en los campos nazis hay que hacerlo con cuidado: ahí está el judío Spielberg haciendo, con La Lista de Schindler, no una película sobre el Holocausto sino una historia de triunfadores (la definición es de S. Kubrick). De ahí que resulte escandalosa la opción del, por lo demás, competente Mark Herman (no opino sobre la novela que está en la base del film, que no conozco) a la hora de construir el punto de vista de este film sobrio y bien narrado (y por ello mucho más siniestro): situándolo en los ojos del hijo de un comandante de las SS, nos hace que suframos lo indecible por el destino de la criatura... mientras en los hornos crematorios arden los cadáveres de centenares de otras víctimas, que no vemos. Solo con esto hay bastante para odiar film tan tramposo; pero es que hay más: una madre que no sabe a lo que se dedica su marido, una hermanita dispuesta a inmolarse por Hitler para, súbitamente, dejar de hacerlo... como si toda Alemania hubiese sido resistente...

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